lunes, 15 de diciembre de 2008

El mito de Prometeo, según Platón (II)

PLATÓN, Protágoras

El hombre, una vez que participó de una porción divina, fue el único de los animales que, a causa de este parentesco divino, primeramente reconoció a los dioses y comenzó a erigir altares e imágenes de dioses. Luego, adquirió rápidamente el arte de articular sonidos vocales y nombres, e inventó viviendas, vestidos, calzado, abrigos, alimentos de la tierra. Equipados de este modo, los hombres vivían al principio dispersos y no había ciudades, siendo, así, aniquilados por las fieras, al ser en todo más débiles que ellas. El arte que profesaban constituía un medio, adecuado para alimentarse, pero insuficiente para la guerra contra las fieras, porque no poseían aún el arte de la política, del que el de la guerra es una parte. Buscaron la forma de reunirse y salvarse construyendo ciudades, pero, una vez reunidos, se ultrajaban entre sí por no poseer el arte de la política, de modo que, al dispersarse de nuevo, perecían. Entonces Zeus, temiendo que nuestra especie quedase exterminada por completo, envió a Hermes para que llevase a los hombres el pudor y la justicia, a fin de que rigiesen las ciudades la armonía y los lazos comunes de amistad. Preguntó, entonces, Hermes a Zeus la forma de repartir la justicia y el pudor entre los hombres: «¿Las distribuyo como fueron distribuidas las demás artes? Pues éstas fueron distribuidas así: Con un solo hombre que posea el arte de la medicina, basta para tratar a muchos, legos en la materia; y lo mismo ocurre con los demás profesionales. ¿Reparto así la justicia y el pudor entre los hombres, o bien las distribuyo entre todos?». «Entre todos, respondió Zeus; y que todos participen de ellas; porque si participan de ellas sólo unos pocos, como ocurre con las demás artes, jamás habrá ciudades. Además, establecerás en mi nombre esta ley: Que todo aquél que sea incapaz de participar del pudor y de la justicia sea eliminado, como una peste, de la ciudad».

Ahí tienes, Sócrates, por qué los atenienses, al igual que los demás pueblos, cuando deliberan sobre la virtud en arquitectura o en cualquier otra profesión, sólo a unos pocos les consideran con derecho a dar consejos. Y si alguien que no sea de éstos se pone a dar consejos, no le toleran, como tú dices, y con razón, añado yo. Pero cuando se ponen a deliberar sobre la virtud política, toda la cual deben abordar con justicia y sensatez, entonces escuchan, y con razón, a todo el mundo, como suponiendo que todos deben participar de esta virtud o, de lo contrario, no habría ciudades. Esta es, Sócrates, la causa de tal comportamiento.

Y para que no creas que te engaño, he aquí una prueba de cómo todos los hombres, en realidad, piensan que cada particular participa de la justicia y del resto de la virtud política: En las demás virtudes, como tú dices, si alguien, por ejemplo, dice que es un buen flautista o que sobresale en cualquier otro arte, sin ser verdad, entonces o se burlan o se indignan con él, y sus parientes, yendo por él, le recriminan como si se hubiera vuelto loco. Cuando, por el contrario, se trata de la justicia o del resto de la virtud política, si alguien, de quien saben que es injusto, se pone a decir en público la verdad sobre su persona, esto, el decir la verdad, que en el caso anterior se consideraba como sensato, en éste, se toma como una locura; pues sostienen que todo el mundo debe decir que es justo, lo sea o no; y que, quien no simula la justicia, está loco, puesto que no hay nadie que, en alguna manera, no participe necesariamente de la justicia, a menos que deje de ser hombre.

En resumen, he aquí mi respuesta: Que, efectivamente, cuando se trata de esta virtud, los atenienses admiten, con razón, el consejo de todo el mundo, porque piensan que todo el mundo tiene parte en ella.

Que, por otra parte, en su opinión esta virtud no es por naturaleza ni se desarrolla por sí misma, sino que es enseñable y que, si en alguien se desarrolla, se debe a su aplicación, es lo que a continuación voy a intentar demostrarte.

El mito de Prometeo, según Platón (I)

PLATÓN, Protágoras

- A la vista de estos ejemplos, Protágoras, desconfío de que la virtud sea enseñable, pero, cuando te oigo decir tales cosas, me siento confundido y empiezo a creer lo que dices, convencido, como estoy, de la gran experiencia que posees, debida a lo mucho que has aprendido y a lo que tú mismo has descubierto. Por eso, si puedes demostrarnos con mayor claridad que la virtud es enseñable, no rehuses, sino demuéstralo.

– No rehusaré, Sócrates –repuso–. Pero ¿preferís que lo demuestre, como un anciano con jóvenes, relatando un mito, o prosiguiendo con un discurso razonado?

Muchos de los que allí estaban sentados le dijeron que lo expusiese como quisiese.

– Si es así –repuso–, creo que resultará más agradable que os relate un mito. Era un tiempo en el que existían los dioses, pero no las especies mortales. Cuando a éstas les llegó, marcado por el destino, el tiempo de la génesis, los dioses las modelaron en las entrañas de la tierra, mezclando tierra, fuego y cuantas materias se combinan con fuego y tierra. Cuando se disponían sacarlas a la luz, mandaron a Prometeo y a Epimeteo que las revistiesen de facultades distribuyéndolas convenientemente entre ellas. Epimeteo pidió a Prometeo que le permitiese a él hacer la distribución. «Una vez yo haya hecho la distribución, dijo, tú la supervisas». Con este permiso comienza a distribuir. Al distribuir, a unos les proporcionaba fuerza, pero no rapidez, en tanto que revestía de rapidez a otras más débiles. Dotaba de armas a unas en tanto que para aquéllas, a las que daba una naturaleza inerme, ideaba otra facultad para su salvación. A las que daba un cuerpo pequeño, les dotaba de alas para huir o de escondrijos para guarnecerse, en tanto que a las que daba un cuerpo grande, precisamente mediante él, las salvaba.

De este modo equitativo iba distribuyendo las restantes facultades. Y las ideaba tomando la precaución de que ninguna especie fuese aniquilada. Cuando les suministró los medios para evitar las destrucciones mutuas, ideó defensas contra el rigor de las estaciones enviadas por Zeus: las cubrió con pelo espeso y piel gruesa, aptos para protegerse del frío invernal y del calor ardiente, y, además, para que cuando fueran a acostarse, les sirvieran de abrigo natural y adecuado a cada cual. A unas les puso en los pies cascos y a otras piel gruesa sin sangre. Después de esto, suministró alimentos distintos a cada una: A unas hierbas de la tierra; a otras, frutos de los árboles; y a otras, raíces. Y hubo especies a las que permitió alimentarse con la carne de otros animales. Concedió a aquéllas escasa descendencia, y a éstos, devorados por aquéllas, gran fecundidad; procurando, así, salvar la especie.

Pero como Epimeteo no era del todo sabio, gastó, sin darse cuenta, todas las facultades en los brutos. Pero quedaba aún sin equipar la especie humana y no sabía qué hacer. Hallándose en este trance, llega Prometeo para supervisar la distribución. Ve a todos los animales armoniosamente equipados y al hombre, en cambio, desnudo, sin calzado, sin abrigo e inerme. Y ya era inminente el día señalado por el destino en el que el hombre debía salir de la tierra a la luz. Ante la imposibilidad de encontrar un medio de salvación para el hombre, Prometeo roba a Hefesto y a Atenea la sabiduría de las artes junto con el fuego (ya que sin el fuego era imposible que aquélla fuese adquirida por nadie o resultase útil) y se la ofrece, así, como regalo al hombre. Con ella recibió el hombre la sabiduría para conservar su vida, pero no recibió la sabiduría política, porque estaba en poder de Zeus y a Prometeo no le estaba permitido acceder a la mansión de Zeus, en la acrópolis, a cuya entrada había dos guardianes terribles. Pero entró furtivamente al taller común de Atenea y Hefesto en el que practican juntos sus artes y, robando el arte del fuego de Hefesto y las demás de Atenea, se las dio al hombre. Y, debido a esto, el hombre adquiere los recursos necesarios para la vida pero sobre Prometeo, por culpa de Epimeteo, recayó luego, según se cuenta, el castigo de robo.

Nosotros, los que conocemos

En la primera página del breve, pero denso, ensayo que es “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”,: encontramos el siguiente fragmento:

“Nosotros los que conocemos somos unos desconocidos para nosotros mismos. […][Los humanos] se encuentran profundamente sumergidos en ilusiones y ensueños; su mirada se limita a deslizarse sobre la superficie de las cosas y percibe formas, su sensación no conduce en ningún caso a la verdad, sino que se contenta con recibir estímulos, como si jugase a tantear el dorso de las cosas. Además, durante toda una vida, el hombre se deja engañar por la noche en el sueño, sin que su sentido moral haya tratado nunca de impedirlo, mientras que parece que ha habido hombres que, a fuerza de voluntad, han conseguido eliminar los ronquidos. En realidad, ¿qué sabe el hombre de sí mismo? ¿Sería capaz de percibirse a sí mismo, aunque sólo fuese por una vez, como si estuviese tendido en una vitrina iluminada? ¿Acaso no le oculta la naturaleza la mayor parte de las cosas, incluso su propio cuerpo, de modo que, al margen de las circunvoluciones de sus intestinos, del rápido flujo de su circulación sanguínea, de las complejas vibraciones de sus fibras, quede desterrado y enredado en una conciencia soberbia e ilusa? Ella ha tirado la llave, y ¡ay de la funesta curiosidad que pudiese mirar fuera a través de una hendidura del cuarto de la conciencia y vislumbrase entonces que el hombre descansa sobre la crueldad, la codicia, la insaciabilidad, el asesinato, en la indiferencia de su ignorancia y, por así decirlo, pendiente en sus sueños del lomo de un tigre! ” (Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral).

jueves, 11 de diciembre de 2008

El ser humano: Antropología






“Nosotros, los que conocemos, somos desconocidos para nosotros mismos”

(F. Nietzsche)


TEMA 3

LA REFLEXIÓN SOBRE LO QUE SOMOS: LA ANTROPOLOGIA


PRESENTACIÓN DEL TEMA

¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? ¿Estamos solos en el Universo o acompañados?, cantaban los gamberros y simpáticos Siniestro Total en su canción; a lo cual podríamos adicionar el “qué me cabe esperar” kantiano. Para el mismo Kant todo ese inquirir apunta en una sola dirección: saber quien soy yo. O en forma de pregunta: ¿Qué es el ser humano?

Es ésa una pregunta que se ha contestado de muchas maneras, buscando la característica o características esenciales (esencias) o propias del ser humano; lo que podemos llamar la “condición o naturaleza humana”. Esfuerzo al que el gran filósofo español, Ortega, respondería que el ser humano no tiene naturaleza, sino historia. Sin embargo, a medida que avanza la investigación biológica vamos descubriendo más elementos naturales de nuestro modo de ser, que cierra esa concepción abierta con que nos veía el pensador vitalista.

“Se dice que somos seres inteligentes dotados de razón, pero muchas veces actuamos de la forma más irracional y absurda; no podemos vivir sin los otros y, sin embargo, la vida en sociedad nos resulta a menudo opresiva”, señalan Bueno y Martí (Filosofía y Ciudadanía, p. 47).

Para acercarnos al ser humano, empezaremos planteando una serie de ejes, con polos opuestos. Estos ejes nos hacen pensarnos de una u otra manera, dando bandazos como la caña pascaliana.
Pero la cosa no queda ahí. El actual desarrollo técnico deja abiertos varias posibilidades e interrogantes: ¿podremos transformar la naturaleza humana, creado seres humanos más perfeccionados, una especie de “superhombre” mediante la mejora genética o cibernética (transhumanismo)? ¿Deberíamos hacerlo?

Entre tanto veremos que nos dice la ciencia sobre nosotros, los humanos.

INDICE DEL TEMA

1. LA CONDICIÓN HUMANA: ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
-Del mito al logos
- Animal racional/no racional
-Conciencia e inconsciencia
- Razón y pasión: la inteligencia emocional
- Sapiens o faber (ludens o faber)
- Gregario o individual
- Libre o determinado
- Espiritual o material

2. ALMA/CUERPO MENTE O MATERIA. MONISMOS Y DUALISMOS
- Cuerpo/alma
- Mente/cerebro

3. EL ORIGEN DEL SER HUMANO: ANTROPOLOGÍA FÍSICA
- El creacionismo
- El fijismo
- El evolucionismo
- lamarckismo
- darwinismo
- mendelismo
- teoría sintética
- El diseño ¿inteligente?
- El proceso de hominización
- El proceso de humanización
- Implicaciones filosóficas del evolucionismo

4. LA CULTURA: ANTROPOLOGÍA SOCIAL Y CULTURAL
- Los sentidos de cultura y sus características
- pedagógica
- humanístico
- antropológico
- sociológico
-La diversidad cultural (antropológica)
- Actitudes ante la diversidad cultural

CONCLUSIONES. EL SER BIOCULTURAL


ACTIVIDADES

* Lectura y comentario de la canción “Nos dieron” del grupo Raíces y Puntas (se puede bajar gratis de internet en la página web del grupo http://www.raicesypuntas.com/htm/descargas.html)


* Lectura filosófica libre de alguno de los libros siguientes:

Sobre el (sin)sentido

Tolstoi, La muerte de Ivan Ilich
Unamuno, San Manuel Bueno, mártir
Salinger, El guardian entre el centeno
Camus, El extranjero
Sábato, El túnel
Victor Frankl, El hombre en busca de sentido. (no novela)
Kafka, La metamorfosis


Dualismos

Stevenson, La extraordinaria historia del Dr. Jekyll y Mr. Hyde
Dick, ¿Sueñan los androides ovejas eléctricas?
Shelley, Frankenstein o el moderno Prometeo


Evolucionismo

C. Darwin, Autobiografía (Alianza 100)


sábado, 6 de diciembre de 2008

El razonamiento: validez y verdad



"Una buena idea mal argumentada es

cualquier cosa menos una buena idea “



Somos animales que razonamos
Hemos visto que el ser humano es un ser que, por su naturaleza es un animal que razona o piensa. Aristóteles nos definió como “animal racional”. Es verdad que también muchos otros animales tienen la capacidad de pensar. Pero lo que estos no pueden hacer es pensar sobre el pensar, es decir, reflexionar. Esta reflexividad sí es propiamente humana, lo cual –hay que decirlo, para que no lleve a equívocos- no nos hace ni mejores ni peores que el resto de los animales; sólo un poco diferentes.
Mediante el razonamiento, en sus diversas facetas, tratamos de llegar o llegamos a una conclusión que no nos es evidente, a partir de algo que sí es evidente a la razón o a los sentidos. Argumentar, que en alguna lengua significa “discutir”, es en general dar un conjunto de razones en apoyo de una conclusión. Razonar es prácticamente lo mismo, aunque argumentar tiene una proyección hacia la persuasión que no siempre está claramente presente en el hecho de razonar, que es más general y que no siempre se plasma en pedazos de lenguaje. Por ejemplo, deducir, a partir de una serie de pistas quién puede ser el asesino, como haría nuestro querido Sherlock Holmes. Por otro lado, cuando pensamos, quizá lo que pretendemos es sólo convencernos a nosotros mismos.
Hablemos pues de razonamiento o de argumentación, el objetivo es el mismo: tratar de llegar, a partir de una serie de ideas, conectadas entre sí, a una conclusión. El elemento clave es la necesidad de esa conexión que hay entre las diferentes ideas. Tanto entre sí, como finalmente con la conclusión. Esas ideas, en forma lingüística, tienen un nombre, como más adelante sabremos.
Veamos lo del razonamiento con un ejemplo adaptado de Javier Sádaba. Podríamos pensar que:
Como una pluma pesa poco [tomando como referente la medida humana] una millonada de plumas pesará también poco.
Hemos hecho un razonamiento en el que partimos de una idea verdadera y llegamos a una conclusión falsa. El defecto, como veremos, radica en que hemos razonado indebidamente. Con ello nos aparecen los dos elementos fundamentales de un razonamiento: la validez y la verdad.
A los elementos o partes que componen un razonamiento de los que nos servimos para llegar a la conclusión se les denomina premisas. Tanto los primeros como la segunda son enunciados, oraciones o proposiciones. En ellos se enuncia algo de manera afirmativa o negativa. Al paso de las premisas a la conclusión se le llama “inferencia”.
A continuación tienes algunos ejemplos de enunciados. Todos ellos pueden ser premisas o conclusiones, dependiendo de lo que queramos probar. Como verás algunos son verdaderos (o ciertos), otros falsos y otros, directamente, no podrás saberlo. Para ello, te basarás en información empírica, es decir, obtenida de la experiencia; en otros bastará con que pienses un poco.


La recta es la línea más corta entre dos puntos
Todos los cuerpos son pesados.
Todos los Masai miden más de 1,90 m.
Todo número tiene un sucesor
El calor dilata los cuerpos
Los amigos son para toda la vida
En invierno hace frío
El todo es más grande que las partes que lo componen
Un Euro son 100 céntimos
Algunas setas son venenosas
1/8+2/6 = 11/24
Yo soy el que soy
En la chaqueta llevo un adjetivo
Seguro que en junio apruebo Filosofía o no la apruebo.

¿Qué tiene que tener un razonamiento para serlo?

Sobre esto no hay una respuesta sencilla ni fácil. Sí que existen unos esquemas formales de argumentación (válidos e inválidos), pero en su mayor parte los seres humanos no nos adaptamos a esos esquemas cuando argumentamos o razonamos. Sí sabemos por ejemplo que determinadas cosas que aparentemente tienen la forma de argumentos o razonamientos, en realidad no lo son. Es el caso del ejemplo siguiente:


“Algunas serpientes son venenosas y algunos venenos son mortales; por tanto, algunos perros son buenos amigos de algunas personas” (Pizarro, F. Aprender a razonar p. 30).

Como hemos dicho, en un razonamiento se trata de llegar a una conclusión verdadera. Para ello el secreto, nada secreto, es sencillo. Solo hay dos posibilidades:


- partir de premisas verdaderas y razonar correctamente o
- partir de premisas falsas y razonar incorrectamente

Por tanto, con esto sabemos que siempre que partamos de premisas verdaderas y razonemos correctamente, la conclusión será implacable o ineluctablemente verdadera. Razonando lógicamente y partiendo de premisas verdaderas nunca podremos llegar a una conclusión falsa. Es como si una vez en el camino nunca te pudieras salir de él; cada paso que das, es necesario. Es seductor. “El sueño de Descartes” lo llamaron un par de matemáticos, Reuben y Hersch, en un libro sobre filosofía de la lógica y la matemática. Pero, ojo, razonar bien no te garantiza que obtendrás siempre una conclusión o conclusiones verdaderas.
Aunque es una cuestión algo más compleja de lo que aquí vamos a dar a entender, la verdad de las premisas tiene que ver bien de su relación con las cosas, bien de su relación con un sistema de premisas, o bien de su forma lógica.


- Yo soy el que soy
- El ser humano es un animal
- Por un punto exterior a una recta pasa una paralela y sólo una

A continuación tienes un ristra de argumentos, a cada cual más particular. Con ellos se trata de que distingas entre validez y verdad, premisas y conclusión, razonamiento y premisa, forma y contenido.

Como hemos dicho antes, en una argumentación debemos distinguir la validez de la verdad. Si exceptuamos las tautologías, que son enunciados verdaderos por su forma lógica, como es el caso del enunciado “yo ahora estoy leyendo esta frase o no estoy leyendo esta frase”, la verdad tiene que ver con el contenido de los enunciados u oraciones; es una cuestión empírica. Es decir, a lo que se enuncia. La validez, en cambio, se predica del razonamiento en conjunto y se refiere a la necesidad lógica de la conexión entre las premisas y una conclusión. La fortaleza de la lógica es que si razonamos correctamente (válidamente) con enunciados verdaderos, la conclusión nunca podrá ser falsa.

Si los españoles son bicéfalos y Burundio Dominguez es español, entonces Burundio Domínguez es bicéfalo.

Si los españoles son altos y Pau Gasol es español, entonces Pau Gasol es alto.

Descompuesto este último en premisas vemos que:
Los españoles son altos F
Pau Gasol es español V
Pau Gasol es alto V

Y sabemos por sentido común y por la lógica que hemos razonado correctamente. La lógica estudia sobre todo el razonamiento correcto o válido y sus leyes. La lógica a lo largo de su historia se ha ocupado de determinar que formas de razonamiento son correctas y cuáles no. Serían formas universalmente válidas. Es decir, que todo ser con capacidad de raciocinio coincidiría en aceptarlas o rechazarlas, independientemente de su naturaleza, época o universo, si hubiera otros. Si quieres puedes determinarlo en alguno de los casos siguientes:


I
La serie par es la mitad de la serie total de los números. La serie impar es la otra mitad.
Pero la serie par y la serie impar son -ambas- infinitas.

La serie total de los números es también infinita. ¿Será entonces doblemente infinita que la serie par y que la serie impar?
No parece aceptable, en buena lógica, que lo infinito pueda duplicarse como, tampoco, que pueda partirse en mitades.
Luego la serie par y la serie impar son ambas, y cada una, iguales a la serie total de los números.
No es tan claro, pues, como vosotros pensáis, que el todo sea mayor que la parte.
Meditad con ahínco, hasta hallar en qué consiste lo sofístico de este razonamiento.
Y cuando os hiervan los sesos, avisad.
(MACHADO, Juan de Mairena p. 22)


II
En el mundo natural hay un orden y armonía.
Ese orden no puede surgir de la casualidad, ha de haberlo creado alguien.
Hay un ser ordenador del mundo.


III
El hombre es un animal
El perro es un animal
POR TANTO,
El hombre es un perro


IV
Si San Pablo era monoteísta, entonces la Infanta Cristina y Iñaki Undargarín no contrajeron matrimonio por el rito ortodoxo griego.
Es así que la Infanta Cristina y Iñaki Undargarín no contrajeron matrimonio por el rito ortodoxo griego.
LUEGO,
San Pablo era monoteísta.

V
ii) Si Ricardo Strauss compuso La consagración de la primavera, entonces Mahler es autor del Concierto para el fin de los tiempos.
Es así que Ricardo Strauss no compuso La consagración de la primavera.
LUEGO,
Mahler es autor del Concierto para el fin de los tiempos.

VI
iii) Si Lewis Carroll es el autor de El rayo que no cesa, entonces Bill Gates es un famoso teólogo de la Contrarreforma.
Es así que Lewis Carroll es el autor de El rayo que no cesa.
LUEGO,
Bill Gates es un famoso teólogo de la Contrarreforma.

VII
Si hoy es martes, mañana es miercoles.
Hoy no es martes.
Mañana no es miercoles.

VIII
A quien madruga, Dios le ayuda.
Quien madruga duerme por la tarde.
Quien duerme por la tarde, no duerme por la noche
Quien no duerme por la noche, sale de juerga
Conclusión: Dios ayuda a los que salen por la noche

IX
Dios es amor
El amor es ciego
Steve Wonder es ciego
Conclusión: Steve Wonder es Dios.

X
Me dijeron que soy un don Nadie
Nadie es perfecto
Luego, soy perfecto.
Pero solo Dios es perfecto
Por lo tanto, yo soy Dios

Y como Steve Wonder es Dios,
Yo soy Steve Wonder.

¡Mierda!, soy ciego.

XI
Cuando bebemos alcohol en exceso, terminamos borrachos
Cuando estamos borrachos, dormimos.
Cuando dormimos no cometemos pecados.
Cuando no cometemos pecados, vamos al cielo.
Conclusión: para ir al cielo hay que ser borracho.


XII
El beber mucho alcohol mata las neuronas.
Las neuronas que mata son las más débiles.
Si se mueren las débiles, quedan las más fuertes e inteligentes.
Conclusión: Mientras más bebo alcohol, más inteligente me hago.

Y ahora unos cuantos para que razones tú:


1.
Si hay riesgo de lluvia baja el barómetro.
Pero el barómetro no baja.
¿Conclusión?:
2.
Los alumnos de 1º de Bachillerato tienen 16 años.
Antonio Lúnez es alumno de 1º de Bach.
¿Conclusión?:
3.
¿De qué color era el caballo blanco de Santiago?

(Hasta cierta edad, los niños responden que no lo saben porque no lo han visto).
4.
Permítanos suponer que las gallinas carmelitas ponen huevos carmelitos y las gallinas blancas ponen huevos blancos ¿De qué color serán los huevos que pongan las gallinas azules?


“Los preadolescentes tienden a aproximarse a los problemas evaluando su correspondencia con la realidad, mientras los adolescentes son capaces de evaluar el potencial de comportamiento, a partir de información adecuada, para conclusiones lógicas que son independientes de su correspondencia con la realidad experimentada. Un niño pequeño responderá basándose en unos conocimientos concretos, ya que se encuentra en la etapa de las operaciones concretas. Lo que significa que ciertas operaciones formales no las puede realizar, como en este caso sería sacar conclusiones lógicas. Dirá que no lo sabe o que no hay gallinas azules. El niño se basaría en la información factual, mientras el adolescente estaría debería de estar preparado para responder atendiendo a la información que se le proporciona y deducir la conclusión.”

5
Un mudo quería comprar un cepillo de dientes. Al imitar la acción de cepillarse los dientes, logró expresarse con señas de manera que el dependiente le entendió y pudo realizar la compra.

Ahora, si un ciego quisiera comprar un par de gafas oscuras, ¿cómo debería hacerlo?
6
De dos hermanos gemelos, uno siempre dice la verdad y el otro siempre miente. Sabemos que uno de los hermanos se llama Juan, pero no sabemos cuál de los dos es.

Mediante una sola pregunta de tres palabras debemos averiguar cuál es Juan. E independientemente de esa pregunta, ¿con qué pregunta averiguarías si Juan es el que miente o el que dice la verdad?

Las soluciones no son fáciles, ni siquiera a veces de entender.

La tiranía de la costumbre


La expresión “tiranía de la costumbre” expresa el poder de la tendencia humana a seguir las rutinas establecidas sin plantearse nada. Sin pensar. Sin darse cuenta de que las cosas se hacen con una finalidad y que conviene no olvidar que los protocolos que seguimos son medios para conseguir fines, y no fines en sí mismos. Muchas veces nos olvidamos de ellos y defendemos la tradición y ciertas rutinas sin ir un poco más allá, profundizar y rascar esa superficie que tapa la realidad . Pensar es peligroso, porque a veces nos puede hacer ver que hacemos cosas mal, que están mal, que lo que hacemos es inútil o, peor aun, que nosotros somos unos inútiles. No es necesario que adoptemos toda innovación por el hecho de serlo, pero sí que tengamos presente los fines que se persiguen. Como ilustración de todo esto, he seleccionado tres casos; uno personal, y otros dos que son folclore internáutico.

I
Una vez, un amigo que vivía en el extranjero me pidió que le solicitara, en su nombre, un certificado de notas de la carrera porque lo necesitaba para una entrevista de trabajo. En la secretaría de la Facultad de Filosofía y CC. de la Educación de la Universitat de Valencia, el hecho de pedir un certificado cuando uno vive lejos es algo complejo.
Algo impensable en los tiempos de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Y es que en los tiempos que vivimos y con los medios que contamos, en muchas Facultades y Escuelas del mundo, uno puede solicitar un certificado de notas por correo electrónico. En la Facultad de Filosofía, no. Bueno, no es imposible, pero es tan complejo que quedas disuadido de ello ipso facto. Alternativa: mi amigo tendría que remitirme por correo ordinario una fotocopia de su DNI y una autorización para que yo lo solicitara en su nombre. Soslayado este primer inconveniente, cuando fui a recoger el certificado de notas, les pedí si podían dármelo en un sobre cerrado y sellado, ya que el certificado había de entregarse en una institución extranjera. De alguna manera se trataba de que dicha institución viera que el certificado no había sido manipulado ni falsificado. Una demanda relativamente lógica en los tiempos que corren. ¡Vaya pretensión, en un sobre cerrado! ¡Aquí los certificados nunca se han dado en un sobre cerrado!. Y es que vaya usted a saber las cosas que se pueden hacer con un sobre cerrado, ¿no? Después del rifi-rafe con un par de funcionarias, tiranas de la costumbre, pedí hablar con el jefe o jefa del negociado, pensando que, por haber llegado a cierto cargo de responsabilidad, sería una persona con un poco de sentido común. No hacía falta mucho para darse cuenta de que la negativa de sus subordinadas eran obtusas. Para mi sorpresa, el jefe del negociado era el más cateto de todos. Supongo que por eso estaba donde estaba. Había ido ascendiendo de categoría profesional hasta que había llegado a un nivel donde era manifiestamente incompetente, y ahí hacía de las suyas. Esto pasa mucho; lo digo por si sirve de consuelo. Por suerte no todos los funcionarios de ese servicio eran tan cazurros; pero para mi desgracia, no eran los que mandaban. ¡Las barbaridades que se pueden hacer con un sobre cerrado y sellado!

II
“Una mujer siempre preparaba el asado de las fiestas cortado en dos partes y asando cada una de ellas en un cacharro diferente. Cuando su marido le preguntó por qué hacía eso, ella le contestó que su madre lo había hecho así y que ella simplemente seguía sus enseñanzas.
Cuando le preguntaron a la madre por qué cortaba el asado en dos mitades, les dijo que lo hacía porque su madre siempre lo había hecho de esa manera.
Así que le preguntaron a la abuela, y ella les dijo que era porque nunca había tenido un cacharro lo bastante grande donde cupiera un asado para toda la familia, y que por eso se veía obligada a hacerlo en dos partes.

(Tomada de J. Brunvald p. 197)

III
Un grup de científics va posar cinc monos en una gàbia. Al centre de la gàbia van posar una escala i, dalt d’ella, un bon grapat de plàtans. Quan un mono pujava a l’escala per agafar els plàtans, els científics llançàven un xorro d’aigua gelada sobre els monos que es quedaven a terra.
Després de cert temps de repetir l’operació, quan un mono intentava pujar a l’escala, els altres no paraven de colpejar-lo. Un segon mono va ser substituït, i va passar el mateix. El primer substitut va participar amb entusiasme, com els més veterans, en les pallisses del nou membre del grup. Un tercer va ser canviat, i es va repetir el fet, el colpejaren. El quart i, finalment, el cinqué dels veterans va ser substituït: i va passar el mateix.Al cap d’un temps, cap mono intentava pujar a l’escala, malgrat la presència temptadora dels plàtans. Aleshores, els científics van substituir un dels monos. La primera cosa que va fer, el mono nou, va ser pujar a l’escala, però la resta el van baixar ràpidament i li donaren una pallissa. Després d’algunes pallisses, el nou integrant del grup ja no va pujar més a l’escala, tot i que mai va saber perquè li pegaven. Els científics es van quedar, aleshores, amb un grup de monos que, encara que mai havien rebut el bany d’aigua freda, continuaven colpejant a tot aquell que intentara arribar als plàtans.
Si fóra possible preguntar a alguns d’ells per què donaven les pallisses als que pujaven l’escala, la resposta seria, amb quasi tota seguretat: No sé, ací les coses sempre s’han fet així!

POSDATA
De todos modos, tampoco sería aceptable huir de una tendencia para aceptar ciegamente la opuesta: el “imperio de la novedad” o dictadura de la moda, es decir, de lo nuevo., aceptando que lo nuevo por el hecho de serlo es siempre mejor o superior que lo precedente. Lo cual al fin y al cabo no es sino una forma especial de la tiranía de la costumbre. Un ejemplo de ello puede ser la introducción de las nuevas tecnologías en el campo de la educación. Innovar por innovar, sin saber qué se pretende. Como señala el sociólogo Julio Carabaña, "antes de innovar, convendría probar si lo nuevo funciona mejor que lo viejo".

Para qué sirve la Filosofía


La pregunta es ya un claro síntoma de los tiempos en que nos ha tocado vivir y, paradójicamente, pensamiento ella misma; en suma, una pregunta muy filosófica, e incómoda como todas las preguntas filosóficas. Pero es una filosofía que no es el producto sui generis del pensamiento de alguien en concreto, por más que esté en boca de muchos, sino de una época pensándose a sí misma. Es expresión contenida de indolencia, de pragmatismo, de materialismo, del disfrute y la recompensa inmediatas, y de la posposición del esfuerzo. Del compre y disfrute ahora, pague (y trabaje) luego. Quienes la plantean y se la plantean son producto del tiempo: seres plenamente posmodernos, agarrados férreamente al presente.

Por suerte en un mundo así, la Filosofía, sirve para poco. Y es que, desde la perspectiva de la inmediatez, la filosofía no sirve para nada. Aunque desde el punto de vista de lo mediato, pueda servir para todo.

Sobre esta cuestión se ha dicho (o filosofado, si se me permite) mucho. Muy en consonancia con el tiempo en el que estamos, el del pensamiento “express”, otros han dicho que:
La Filosofía no sirve ni más ni menos que para “dar que pensar”.

Pero también me gustan otras dos, una de Gilles Deleuze y otra de Manuel Delgado. Parafraseando a Delgado, diríamos que la Filosofía sirve para confundirnos en aquello que teníamos claro. Después de alguna de sus charlas, Delgado suele preguntar a los asistente si les ha quedado claro; los más atrevidos asienten que no. Los más contenidos dejan entrever manifiesta incomprensión en su rostro; a lo que Delgado les espeta provocadoramente: “Si para algo he venido aquí es para confundirles”. Lo cual sintonizaría con una sentencia del pensador renacentista Francis Bacon, quien afirma que “si uno comienza con certezas, terminará con dudas; mas si acepta empezar con dudas, llegará a terminar con certezas.”

Deleuze es menos expeditivo, pero no menos tajante:
“Cuando alguien pregunta para qué sirve la filosofía, la respuesta debe ser agresiva, ya que la pregunta se tiene por irónica y mordaz. La filosofía no sirve ni al Estado ni a la Iglesia, que tienen otras preocupaciones. No sirve a ningún poder establecido. La filosofía sirve para ‘entristecer’. Una filosofía que no entristece o no contraría a nadie no es una filosofía. Sirve para detestar la estupidez, hace ésta una cosa vergonzosa. Sólo tiene este uso: denunciar la bajeza del pensamiento en todas sus formas.”

Aunque a mí la que más me gusta es el mensaje que se oculta tras este fragmento de Unamuno:

"Un nuevo descubrimiento científico, de los que llamamos teóricos, es como un descubrimiento mecánico; el de la máquina de vapor, el teléfono, el fonógrafo, el aeroplano, una cosa que sirve para algo. Así, el teléfono puede servirnos para comunicarnos a distancia con la [persona] amada. ¿Pero ésta para qué nos sirve? Toma uno el tranvía eléctrico para ir a una ópera y se pregunta: ¿Cuál es, en este caso, más útil el tranvía o la opera?

(Miguel de Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida, cap. 1).

martes, 25 de noviembre de 2008

Filosofía y Ciudadanía


Objetivos de la asignatura


1. Identificar y valorar el sentido de los problemas filosóficos propuestos, distinguiendo los conceptos involucrados y reconocer el carácter propio de la filosofía, distinguiéndola de los otros tipos de saberes y pseudosaberes.
2. Adoptar una actitud crítica y reflexiva ante las cuestiones teóricas y prácticas, fundamentando adecuadamente las ideas y las decisiones propias.
3. Identificar, explicar y usar correctamente la terminología filosófica básica de las diferentes disciplinas filosóficas objeto de estudio.
4. Comentar textos filosóficos, acertando en la identificación de los problemas que plantean, la explicación de los términos que usan, explicitando su estructura y significado, indicando los argumentos utilizados y las soluciones propuestas.
5. Utilizar procedimientos básicos para el trabajo intelectual: búsqueda y selección de información, análisis, síntesis, contraste y evaluación crítica, desarrollando el rigor intelectual y la creatividad en el planteamiento de los problemas.
6. Expresar el pensamiento propio, oralmente y por escrito, con rigor, orden, claridad, coherencia y creatividad, argumentarlo de manera coherente y contrastarlo con otras posiciones y argumentaciones.
7. Practicar y valorar el diálogo filosófico como proceso de aproximación racional al conocimiento, donde el objetivo es dar y exigir razones y construir una comunidad de investigación como vehículo para buscar respuestas a los problemas planteados.
8. Adoptar una actitud de respeto hacia las diferencias y de crítica ante cualquier intento de justificación de las desigualdades sociales y ante todo tipo de discriminación, ya sea por razones de sexo, etnia, cultura, creencias u otras características individuales o sociales.
9. Valorar la capacidad normativa y transformadora de la razón para construir una sociedad más justa, en la que exista una verdadera igualdad de oportunidades.
10. Valorar los intentos para construir una sociedad mundial basada en el cumplimiento de los derechos humanos, en la convivencia pacífica y en el respeto a la naturaleza.
11. Consolidar la competencia social y ciudadana fundamentando teóricamente su sentido, valor y necesidad para ejercer una ciudadanía democrática.
12. Desarrollar una conciencia cívica, crítica y autónoma inspirada en los derecho humanos y comprometida con la construcción de una sociedad democrática, justa y equitativa, y con la defensa de la naturaleza, desarrollando actitudes de solidaridad y participación en la vida comunitaria.